While Western cultures celebrate Labor Day where there are great stories of struggles won, today I thought of the work of migrant farm workers in the United States, who continued their work despite the fires caused by the climatic catastrophe coupled with the pandemic situation.
Tireless fighters, who deserve the recognition and reverence of all those who from the comfort of their homes just ordered with a click of a button and when they opened their door, as if by magic they could eat.
It is not magic; they are hands that take care of the land and cultivate the food. It is not magic; it is exploitation of an economic system that refuses to recognize its failure…. It is not magic; it is hundreds of peasants who gamble and risk their lives to take care of their families and are forced to assume the conditions that the food bosses provoke.
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In many native cultures the work of the land is still felt as a non-commercialized activity or with surplus value, on the contrary it is seen as something inherent to human life. Land, human and nature are one and the same thing. We are not part of nature, we are nature itself.
To take care of the earth
To reproduce life
To raise the seed so that it feeds us and nourishes our soul and body.
Long ago they turned it into a commodity, but our grandmothers and grandfathers taught us that food, seed and life did not fit into their economic mathematics.
We continue to breed and reproduce life…. You look at work, I look at the earth, the earth looks at me, we converse and nourish each other.
For you I work, for us I resist until food ceases to be merchandise.
Mientras las culturas occidentales celebramos el día del trabajo en donde existen grandes historias de luchas ganadas, el día de hoy pensé en el trabajo de las y los campesinxs migrantes en los Estados Unidos, los cuales continuaron sus labores a pesar de los incendios que ocasiona la catástrofe climática sumada a la situación pandémica.
Luchadoras y luchadores incansables, quienes merecen el reconocimiento y reverencia de todos los que desde la comodidad de su casa solo ordenaban con un click y al abrir su puerta como acto de magia podían comer.
No es magia; son manos que cuidan la tierra y cultivan el alimento. No es magia; es explotación de un sistema económico que niega reconocer su fracaso… No es magia; son cientos de campesinas que se juegan y arriesgan su vida para cuidar de su familia y son orilladas a asumir las condiciones que los caciques del alimento provocan.
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En muchas culturas originarias el trabajo de la tierra aún es sentido como una actividad no mercantilizada o con plusvalía, al contrarío se le ve como algo inherente a la vida humana. Tierra, humano y naturaleza son una misma cosa. No somos parte de la naturaleza, somos ella misma.
Cuidar la tierra
Reproducir la vida
Criar la semilla para que nos alimente y nutra el alma y el cuerpo.
Tiempo atrás la volvieron mercancía, pero nuestras abuelas y abuelos nos enseñaron que el alimento, la semilla y la vida no cabía en sus matemáticas económicas.
Seguimos criando y reproduciendo la vida… Tu miras al trabajo, yo miro tierra.La tierra me mira, conversamos y nos nutrimos.
Para ti trabajo, para nosotras resistencia hasta que el alimento deje de ser mercancía.
thank you.